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CAPITULO 2: EXISTIR EXISTIENDO
15 minutos después, Morgan llevaba 12 minutos frente a su puerta. Su mano derecha estaba apoyada sobre la superficie de la puerta, sin ejercer ninguna presión ni realizando movimiento alguno. De pie, completamente inmóvil, su cara reflejaba a la perfección el pasmoso estímulo que recibía a través del contacto con la superficie de la puerta conducido por su mano, y convertido en el hemisferio izquierdo de su cerebro ya en una sensación. Para ser más exactos, en la sensación de frío, un frío metálico.
Esto no es en absoluto pasmoso para nadie, excepto si añadimos a la situación el hecho de que la puerta de Morgan, la que separaba su pequeño apartamento del resto del mundo era de madera.
Y Morgan, ahí parado frente a su puerta, no era capaz de relacionar ese frío metálico con la superficie de la puerta que estaba viendo, y vivía en su interior un furioso debate que solo podía acabar sacándose los ojos o cortándose las manos.
Y en esas estaba, cuando un grito lejano, o no tanto, le sacó de su absorción con la delicadeza de un Colt calibre 38.
- ¡!Maldita sea, vete ya¡¡-era, por supuesto, el espejo- Un espejo también necesita algo de intimidad. Y ciertamente, estoy algo cansado de tu existencia, veta de una vez y espero no volver a verte.
Morgan quedó dubitativo durante un momento, pensando si la forma correcta de contestar era comenzando la frase por un sujeto, un predicado, o un mecagoentuputamadre.
-Oye-contestó ya, desprendiendo la mano de la puerta y mirando hacia el interior de la casa.- Tal vez te hayas olvidado de que esta es mi casa. Incluso puede que te hayas olvidado de que me planteo seriamente acabar con tu existencia, y puede, añado, que te hayas olvidado también de que no tienes piernas para huir.- descansó unos segundos para tomar aire- Así que, si yo fuera tu, tendría mas cuidado con las cosas que digo y asumiría, por supuesto, que antes o después, volveré a mi casa.
Morgan disfrutó entonces de un silencio que aparentaba ser definitivo, y comenzaba a degustar el gustoso pero escaso sabor de la victoria, cuando el espejo añadió.
- No me refería a que no volvieras desde el punto de vista de tu existencia, me refería a que no volvieras desde el punto de vista de la mía. Es decir, quiero que desaparezcas ya. ¿Sabes? No se como se le explican estas cosas a una alucinación. En fin- dijo el espejo con voz seria, casi penosa- mírate. ¿No crees que eres algo raro? Puedes moverte y no eres en absoluto reflectante…¿nunca has pensado que puede que no seas mas que un producto de mi imaginación?¿De veras te crees con…conciencia y una vida plena? No se-añadió entre murmullos para terminar-, no se si el limitado concepto de tu existencia te permitirá valorar como posible la no-existencia…
Morgan era capaz, y bien lo reflejaba su cara, de diferenciar realmente lo pasmoso y lo que no pasaba de curioso. Eso, lo que acababa de oír, si era realmente pasmoso y no una sensación errónea a través de los sentidos. Sin duda alguna, si existía una definición de lo pasmoso, el mejor ejemplo sería indudablemente que un espejo parlanchín te acusara de ser un producto de su imaginación. Cuando estuvo recuperado del shock producido por la parrafada del espejo, Morgan caminó hasta su habitación-comedor, no muy lejos de la puerta, y se sentó al borde de la cama, frente al espejo. Se quedó ahí un momento, valorando la situación y mirando fijamente al espejo, que no decía nada, dando lugar ambos al inicio de una pequeña guerra fría dialéctica.
- Espera- se decidió al fin Morgan-…¿Qué? ¿Qué yo soy una alucinación tuya? Tío, tu eres un espejo que habla, como mucho tu serías una alucinación mia. En fin…¿ves algún otro mueble por aquí con capacidad de habla?
- Tampoco veo ningún otro ser con capacidad de movimiento por aquí…
Morgan quedó pensativo y fue consciente, por vez primera, de lo ardua que sería esa conversación.
- De acuerdo, pero…debes saber que yo soy consciente plenamente de mi existencia, es decir, desde luego que físicamente estoy aquí y desde luego que tengo un alma y una conciencia. También poseo capacidad de razonamiento…y…ciertamente, creo que lo menos razonable que puedes sacar de mi es el hecho de estar discutiendo contigo si existo o no.
- Exacto -replicó rápidamente el espejo- tu lo has dicho. Estas discutiendo con un espejo sobre tu existencia, y ni siquiera he necesitado insistir mucho. Cada vez estoy mas convencido de que te he imaginado.
- ¿Sabes? –dijo Morgan, al que comenzaba a molestarle y bastante esa conversación- ya se como solucionarlo. Cogeré este jarrón y te lo tiraré. Si soy una alucinación, no te pasara nada, y si no lo soy, habré vencido, y celebrare mi existencia bailando alrededor de tu cadáver.
- Nadie ha dicho nada aquí de que ese jarrón no sea real.
- Cierto…no se…¡!Ya se!!- gritó Morgan mientras su frente se iluminaba con el resplandor de una bombilla- háblame de ti. Hablándome de ti, te darás cuenta de que no tienes ningún recuerdo, verás lo absurda que es tu existencia y acabaras por darme la razón, y en consecuencia, desaparecer. Al menos- rectificó- dejar de hablar, Si piensas desaparecer espero que me reembolsen el dinero.
- Muy bien, me parece justo- comentó alegre el espejo- ¿Qué quieres saber?
- Háblame un poco de ti
- Pues…aquí estoy.
- Ya se que aquí estas- Morgan, de nuevo, se exasperaba con lo que parecía una conversación infinita- Se un poco más concreto. ¿Cómo has llegado a mi pared?
- Jajaja, ¿Qué como he llegado? Soy un espejo, estoy aquí…sin más.
Morgan comenzaba a mordisquearse el labio inferior en signo de molestia y se limitó a mirar fijamente al espejo.
- En serio-añadió el espejo- Así es mi raza. Aparecemos sin más en una pared, y aquí estoy.
- Bien. Lo aceptaré…¿Tienes padres?
- Observo -dijo el espejo- que tienes ciertos problemas para asumir mi afirmación de ‘sin mas’. ¡Sin mas¡ Y aquí estoy.
- ¿Y no te parece algo raro no conocer a mas como tu? ¿Estar solo y eso?
- ¿Más como yo? No hay mas como yo. Soy un espejo de la raza de los espejos y no existo más que yo. ¿Acaso tu afirmas que hay más como tu? Porque me gustaría verlos.
- Claro que lo hay- afirmó Morgan vislumbrando algo de esperanza en la conversación- buscaré un periódico y lo verás tu mismo. Y veras como ese periódico no hace referencia a espejos que hablan. Ahora que lo pienso- Morga quedo pensativo- ¿Cómo pude comprarte en una tienda si no existen los espejos parlanchines?
- ¿Siendo una alucinación mía?
- Dejaremos eso para después- dijo Morgan mientras buscaba algún periódico o revista, sin suerte para el. ¡Maldita sea! –gritó enojado-¡Ni una puta revista!
- Si quieres puedo hacer un esfuerzo por imaginar una, y así podrías demostrarme tu existencia…
- ¡¡Cállate!!- cortó Morgan enfurecido- Mierda…-dijo, intuyéndose ya la desesperación que se escondía bajo la furia- tiene que haber algún modo de que lo entiendas…
- No hay ninguno amigo. Lo mejor será que te tumbes, lo reconozcas y te limites a desaparecer.
Morgan escuchó atentamente las palabras del espejo, y vio al fin, la que esperaba que fuera la luz al final del túnel. Se tumbó en la cama.
- Tienes razón. Me tumbaré y puesto que tu tienes razón, desapareceré. Hasta siempre.
- Adiós- dijo satisfecho el espejo-
Morgan permaneció tumbado por más de dos horas mirando fijamente al espejo, que no dijo ni una palabra durante todo ese tiempo, hasta que rompió el silencio con un susurro.
- Cabrón. Demostrar su existencia simplemente existiendo…será cabrón.
Morgan, desde la cama, esbozó una sonrisa.